El resultado es increíble, es cómo haber dado un paso atrás en el tiempo con este pan. La corteza es gruesa, tostada, rota al azar en el calor del horno; la miga es densa y oscura, húmeda, perfumada, el aroma es intenso y silvestre, casi parece el profundo aroma del bosque. Al comerlo es meloso, intenso, con un punto agrio, irresistible, no puedes comer sólo una rebanada.
Todo en este pan me recuerda al otoño, o quizás, a una sensación aún más especial e íntima para mí: lluvia, fuego, hojas, musgo, silencio. Un cálido recogimiento, un recuerdo de algo antiguo y profundo. Tan atrás y tan dentro con algo tan sencillo como el pan...